martes, 3 de mayo de 2011

Sexo como tabú en España


Biológicamente hablando, el sexo es un proceso de combinación y mezcla de rasgos genéticos entre dos organismos, frente al proceso asexual de reproducción que simplemente permite copiar la carga genética de manera idéntica. La reproducción sexual, por tanto, permite a una especie variedad genética que permite una diferente adaptación al medio, y por tanto, la conocida "selección natural". Por este motivo, entre las criaturas de una misma especie hay dos sexos distintos, y la especie tiene un mecanismo para garantizar la reproducción, que es el placer sexual. A parte de este mecanismo hay otros, todos ellos en forma de instintos placenteros que hacen sentirse realizado, como el hecho de ser madre o padre o el hecho de sentir amor para garantizar la continuidad de la especie. Por ello, el deseo sexual es un sentimiento tan vital como puede ser el de proteger a un hijo, puesto que tienen un mismo origen y finalidad.

La especie humana al desarrollar inteligencia es capaz de enfrentarse y superar sus instintos, a pesar de que permanecen ahí. Por ello, ha sido capaz de inventar cosas como la masturbación, o los métodos anticonceptivos, que permiten disfrutar del placer del instinto, pateando su función. Sin embargo, al ser un sentimiento tan fuerte, pasará a formar parte de la realidad humana en un nuevo plano, que nada tiene que ver con la reproducción. El plano sexual es realmente importante en la vida humana, puede influir fuertemente en nuestro estado de ánimo y es por ello importante mantenerlo en un estado saludable.

En determinado punto de la historia ocurre una transvaloración de valores morales, que tiene como objetivo destruir los valores vitales que hacen felices a las personas. Citando a Nietzsche, esto proviene del resentimiento de los sacerdotes, que al no poder disfrutar de los placeres vitales como el orgullo, la sensualidad, corporeidad, etc que caracterizan al ser lleno de vida, tratan de destruirlo para que nadie pueda disfrutarlo. Así los nuevos valores son la normalidad, la humildad, la resignación, el ayuno, etc que son capaces de anular la vida. Y es la Iglesia la que continua y crea una profunda huella en la historia en esta inversión moral. Se proclama la existencia de un más allá glorioso, lleno de felicidad absoluta con el objetivo de humillar la vida del más acá donde la existencia no es más que un transito sucio y triste, lleno de injusticia y dolor, una prueba para esa tierra prometida. De esta manera, la Iglesia consigue mantener el poder sobre las masas, consigue hacer que los fuertes sean tan débiles como todos los demás e impide los cambios que estos podrían llegar a realizar y los placeres que disfrutar.

Todos los placeres son calificados negativamente como tentaciones, porque son capaces de llevarnos "inevitablemente" a nuestra perdición, y así estas pasiones son castigadas como malas en sí. Pero realmente solo son malas para el débil, puesto que ellos no son capaces de refrenar los impulsos que los llevaría a esta perdición mientras que el fuerte puede utilizar estas pasiones como fuerza motriz de otros proyectos.

Sabemos que el mundo está movido por el dinero y el sexo, y en última instancia, el dinero lo utilizamos para conseguir sexo con ropa cara o cosméticos para ser más atractivos o más directamente con métodos anticonceptivos o prostitutas. El poder embauca y son nada más que los débiles incapaces de controlar esta tentación, mientras que un ser lleno de vida controla el poder para resolver otros fines. Hoy en día, existen gran número de prohibiciones a raíz de la profunda huella de esta transvaloración a pesar de que afortunadamente nos hemos librado de otras muchas y la notable modernización de la institución de la Iglesia. Es evidente que la Iglesia de hoy en día no es la inquisición de hace tanto. En España, es especialmente notable la diferenciación entre estos dos mundos: tradición y libertad.

Por una parte, existe la España tradicionalista, con profundas raíces en nuestra religión histórica, el cristianismo. De ella heredamos el tabú del sexo y este se manifiesta en muchos niveles. A todos nos sorprendería ver a alguien paseando desnudo por la calle, y es que la piel desnuda no está bien vista. Muchos dirían que una mujer que lleva poca ropa es una puta sin ni siquiera pensar el porqué lo dicen, y ya no mencionar a dos personas practicando sexo en medio de la calle a plena luz del día. Nos han enseñado a despreciar nuestros cuerpos y lo que ello implica.

Nos educaron de pequeños para creer en los cuentos de hadas, donde hay un príncipe y una princesa que se casan y son felices para siempre, sin embargo este concepto es dañino en la sociedad de hoy en día, porque nos educan en unos valores que no tienen razón de ser en nuestro tiempo. El cuento se acabó, la gente no es feliz para toda la vida cuando se casa, hay muchos divorcios, maltratos... y todo por no reconocer una realidad tan evidente como es el plano sexual. Los maltratos sin ir más lejos casi siempre tienen que ver con este plano. Incluso se puede llegar a escuchar que está mal visto tener sexo antes del matrimonio. Las relaciones estables no son siempre la solución, y todo esto nos lleva a menudo a los celos, producto también de esta transvaloración de valores de hace tanto tiempo. Está mal visto buscar solamente sexo, especialmente si eres mujer, en cuyo caso ésta es tachada de puta y guarra. Es este resentimiento que lleva a la eliminación de la vitalidad en la mujer, despreciando una vez más, el valor de los placeres vitales.

Pese a todo, España es un país de drogas y contrabando, donde los excesos sexuales no son extraños y, dándole algún punto a favor, somos referentes en derechos homosexuales (a pesar de que a veces tampoco están nada bien vistos).

Es tiempo para asumir los cambios de nuestro mundo, pues ya no vivimos en el medievo. Es hora de aceptar el verdadero concepto de ser humano que implica el placer como parte de él. No podemos iniciar una vorágine de orgías de placer sin aceptarlas previamente, porque esto lleva a la desinformación y represión de deseos que a su vez lleva a correr riesgos innecesarios.


Bibliografía:

-“La voluntad de poder” Nietzsche, F.

Artículo de opinión realizado por Mª Victoria Butrón Arcos y Paula Baldomir Candal. 2º Bachillerato “B”

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