domingo, 1 de mayo de 2011

Supersticiones

Antes de empezar a hablar de las supersticiones, debemos saber la correcta definición de la palabra.
"Superstición es la creencia en que un determinado fenómeno o situación tiene una explicación mística, mágica o simplemente asumida cultural o socialmente sin ningún tipo de demostración científica", reza Wikipedia.



Normalmente, suelen basarse en tradiciones antiguas, en viejas creencias de muchas generaciones atrás, que normalmente suelen estar ampliamente relacionadas con creencias mágicas. Los supersticiosos creen con creces que actuar de cierta manera influirá para bien en sus vidas, así como cometer un error puede influir negativamente en su vida futura.

Todos hemos oído hablar alguna vez de alguien que se considera "supersticioso". Y por tanto, le hemos visto hacer cosas inusuales, porque considera que le dará buena suerte. Normalmente los actos que realizamos suelen estar relacionados con algún tipo de objeto o criatura, dando así varios ejemplos muy conocidos.

A continuación, describiremos varios ejemplos de las más típicas supersticiones, así como algunas no tan comunes ni oídas.

-Espejo: como superstición, todos hemos oído decir alguna vez que si rompes un espejo, tendrás al menos siete años seguidos de mala suerte. La aversión hacia los espejos proviene de la creencia de que nuestro reflejo es otra versión de nosotros mismos, y si dañamos esa versión, nos dañaremos a nosotros mismos. Aún así, podemos encontrar un remedio para eliminar esos siete años de mala suerte. En teoría, la solución consiste en verter los trozos del espejo roto en un cubo con agua durante siete días y siete noches.

-Mesa: en cuanto a las mesas, hay bastantes y diferentes creencias sobre la suerte que puede traer. Por ejemplo, si se sientan trece comensales alrededor de la mesa, ésta invita a la muerte, mientras que si son nueve personas las que se sientan, auguran un largo período de calma. Tampoco debe dejarse dinero encima de la mesa cuando ésta tiene el mantel puesto antes de la comida, puesto que en España central y Andalucía se cree que los alimentos no sentarán bien al estómago al ingerirlos. Ni paraguas, ni calzado, ni linternas, ni ropa y, mucho menos una escoba deben ser colocadas sobre una mesa, y si es un bebé al que se deposita sobre ella, se tendrá la garantía de que ese niño nunca llegará a viejo. Mismamente, dos personas no deben retirar los utensilios de la mesa al mismo tiempo, pues es señal de que una de las dos morirá ese mismo año. En España, la típica costumbre de colocar en el centro de la mesa un cuenco con fruta, aunque no sea fresca, indica que habrá abundancia en esa casa.

-Sal: supuestamente, si derramamos sal, la mala suerte te perseguirá durante mucho tiempo. Pero en esto también existe un remedio para contrarrestarlo, al igual que con el espejo. Sólo debemos tomar un puñado de la sal derramada y lanzarla hacia atrás por encima de nuestro hombro izquierdo.

-Cruzar los dedos: solemos hacer este gesto cuando pedimos un deseo, mentimos, o nos encontramos frente a algún peligro. Esto conjura la mala suerte, y aleja las malas influencias. Procede de varias creencias cristianas que han ido modificando el gesto hasta dejarlo así, o con el pulgar bajo ambos dedos cruzados, el índice y el corazón.

-Cuando sientes un escalofrío de pronto, sin venir a cuento, es que alguien acaba de pisar tu futura tumba.

-Cuando oyes un pitido en los oídos es que alguien está hablando de ti.

-Da mala suerte levantarse con el pie izquierdo.

-Da mala suerte poner el pan al revés en la mesa.

-De los que tienen siempre suerte, se dice que han nacido con una flor en el trasero; o con estrella, y se añade: unos nacen con estrella y otros estrellados (refiriéndose a los no tan agraciados en cuanto a suerte).

-Si se ve volando un vilano, hay que pedir un deseo y soplar para que echara a volar.

-Si te salen puntitos blancos bajo las uñas es que eres un mentiroso, y si te salen sobre ellas marcas blancas es que estás falto de algo.

-También se pide un deseo cuando se ve una estrella fugaz y al soplar las velas de la tarta de cumpleaños. Trae buena suerte, pero si decimos el deseo en voz alta, éste jamás se cumplirá.

-Un juramento no tiene valor si mientras lo haces estás cruzando los dedos o los brazos.

Esto era un poco en términos generales, pero si nos centramos en España, el territorio que más supersticiones parece tener suele ser Galicia, por sus innumerables leyendas y mitos fantasmales que recorren su tierra.
Algunos hemos crecido conociendo estas leyendas, a veces surrealistas, todo hay que decirlo, pero que aunque no queramos, hay algo en nosotros que nos hace pensar sobre ello en determinados momentos.

Empezaremos por algunas de las más conocidas, como la de la Santa Compaña.



La Santa Compaña es una procesión de almas en pena que se suele pasear por las noches en los bosques gallegos. En las noches muy nebulosas del mes de noviembre es cuando su presencia se hace mucho más evidente que en ninguna otra época del año.
La procesión está compuesta por una larga serie de almas en pena que se agrupan en dos filas, envueltas en sudarios, con las manos frías y los pies descalzos. El dirigente de la procesión es un vivo, que transporta en una mano una cruz simbólica y en la otra un caldero con agua bendita, mientras que los fantasmas de la comitiva restante llevan velas o antorchas.
El portador de la cruz no puede volver la vista atrás, ni renunciar a su cargo precediendo La Santa Compaña en ningún momento de la procesión, y tan sólo podrá volver a ser libre cuando encuentre a otra persona que le sustituya al mando de la Compaña. El nuevo desafortunado vivo pasará a tener las responsabilidades del primero: cargar con la cruz y el caldero, hasta encontrar a otro sustituto.
La Santa Compaña es totalmente invisible para los vivos. Sólo un repentino olor a cera y un ligero viento en la noche, y inquietantes movimientos en las ojas de los árboles, así como algunos extraños sonidos de pisadas son las señales dadas para saber que está pasando la procesión de muertos, así como el espanto de ciertos animales: perros, gatos, caballos, asnos, pájaros… Aún así, existen ciertos “dotados” que poseen la facultad de verla con los ojos. Por ejemplo, los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán, la facultad de ver la aparición, y por tanto tendrán la posibilidad de escapar de dirigir la procesión.
Si de noche, en el bosque, alguien se encuentra de frente con la Santa Compaña (en cuyo caso, al ser elegido por ellos y encontrarlos de frente, acabará viendo primero los farolillos y más tarde la procesión), tendrá que relevar al vivo al frente de la fila, cargando con la cruz y el caldero noche tras noche, hasta morir de cansancio o encontrar a quien le sustituya. El vivo dirigente de la Santa Compaña no recuerda durante el día sus actividades nocturnas, y únicamente percibe su carga por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento hasta llegar el momento de unirse definitivamente a la Compaña, o de ser sustituido por otro desgraciado vivo.
La función, el porqué de los paseos de la Santa Compaña, no está muy bien determinado, pero las opciones más barajadas son que reclaman el alma de un vivo, que reprochan errores graves de una cierta comunidad, etc.
Para evitarla, en teoría basta con trazar un círculo en la tierra con un paraguas o un bastón, y entrar dentro de él. A falta de ambos, otra opción es echarse sobre el suelo boca abajo y esperar que la Compaña no pase por encima de tu cuerpo.
Esta es la más conocida leyenda gallega que encontramos, y en la que más gente cree.




Otras leyendas gallegas no son tan explícitas, pero son también muy conocidas, sobre todo por los pueblos antiguos de Galicia.
Una reza "no conviene dejar la leche ordeñada de la víspera de San Juan porque de noche vienen las brujas a lavarse el trasero en la leche cuando se deja alguna ventana o puerta sin ponerle un ramo de tomillo".
Otra dice que para facilitarle el parto a una mujer, hacen que beba agua en el que se haya cocido el hueso de un cadáver, y se le prohíbe comer carne de conejo durante el embarazo por miedo a que el niño duerma con los ojos abiertos y sea poseído por el Diablo. Una mujer en período de menstruación no es bien recibida en una bodega porque se cree que se agriaría el vino por su culpa.

Son varias las leyendas y supersticiones que oímos en nuestra vida cotidiana, pero nunca nos preguntamos por qué creemos realmente en ellos, o en los pocos o muchos en los que creamos. ¿Qué es lo que nos hace pensar que esas tradiciones de verdad nos traeran buena o mala suerte?
La mejor respuesta que se nos ocurre, pensando objetivamente, es que deseamos tener una pequeña parte del control que podamos tener sobre nuestro propio destino. Nos gusta pensar que realizando diferentes acciones, atraeremos buena suerte y podremos evitar las malas rachas en nuestra vida. Creemos que por ello conseguiremos controlar nuestra vida, nuestro destino, por medio de supersticiones.
Por otra parte, a los humanos nos encanta rompernos la cabeza buscando una explicación diferente para cada hecho, estableciendo relaciones de causa-efecto entre el comportamiento y el resultado.
Aún así, todos sabemos que seguiremos creyendo aunque sea en nuestro pequeño amuleto de la suerte. Todos tenemos uno.


Paula Baldomir Candal & Victoria Butrón Arcos, 2ºBach-B.

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