El racismo tiene como objetivo la disminución o anulación de los derechos humanos de las personas discriminadas, denotar toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en el aspecto político, económico, social, cultural o en cualquier otra aspecto de la vida pública.
El racismo en España puede rastrearse, como para cualquier otra zona del mundo, desde cualquier época histórica, pues enfrentamientos de causa económica, social o política se han justificado muy eficazmente con el disfraz de la diferencia racial, encontrándose tanto ejemplos de racismo entendido como ideología como racismo en actitudes y comportamientos.
La imposible definición de la inexistente raza española no lo ha impedido, si bien es cierto que lo que con más frecuencia se ha dado son los fenómenos ligados al racismo, como la xenofobia y el odio religioso.
Negar que haya racismo en España es como negar el Holocausto. Es consentir con él, no reconocer un mal absoluto, algo que permea todas y cada una de las capas de nuestra sociedad. Medir el racismo por el número de ataques físicos registrados a inmigrantes es como contar los granos de arena del desierto a partir de cuatro piedras encontradas.
España no es solo un país racista, es la quintaesencia del racismo, todo lo que significa ser racista concentrado en la conciencia colectiva. Un país forjado en los mitos de la invasión islámica y de la reconquista, en la pureza de sangre y el confesionalismo obligatorio, un país que todavía no ha logrado arrancarse las cadenas, que no asume gran parte de su historia como propia.
El racismo está en los medios de comunicación, en las declaraciones de ministros que niegan la existencia del racismo. El racismo está en las voces que alertan sobre el peligro de la invasión islámica, en aquellos que hablan de controlar imames y mezquitas, en la utilización electoralista de la inmigración, en el trato que reciben los inmigrantes en centros de internamiento, en los malos tratos propiciados por las fuerzas del orden público a los inmigrantes, en la indiferencia general hacia las muertes en el estrecho, en los cierres de mezquitas por presiones de vecinos.
Según el Ministro del Interior, "España no es xenófoba y no es racista. La sociedad española es madura, democrática y está perfectamente preparada para hacer frente a un brote de racismo y xenofobia”.
Al Ministro poco le importan los sufrimientos de los inmigrantes, solo salvar el buen nombre de España. No le preocupa atajar un problema grave y evidente, sino decir que todo va bien, que España es limpia e inmaculada, como la santísima virgen María, sin pecado concebida.
A nuestro Ministro del Interior no le preocupa que a los extranjeros se les trate a patadas, que trabajen en muchas ocasiones en condiciones de semi-esclavitud, que las encuestas muestren el creciente rechazo de los españoles hacia los inmigrantes magrebíes, que datos y estadísticas nieguen sus cándidas declaraciones. En vez de aprovechar el informe del Observatorio Europeo contra el racismo y la xenofobia para iniciar una campaña en contra del racismo, el Ministro lo ha aprovechado para mostrar su indiferencia ante el asunto.
En España, incluso los movimientos de extrema derecha niegan ser racistas. El problema estriba en que proclamarse racista está mal visto... pero no el racismo en si. Basta mirar algunos de los foros que se han planteado la cuestión sobre si son o no racistas los españoles. Las respuestas más habituales son del tipo: "no, pero..." No somos racistas, pero los inmigrantes son en su mayoría delincuentes, los negros apestan, los latinos son unos vagos maleantes...
En cuanto a tema de actualidad, la actual crisis ha elevado el rechazo de la población española hacia los inmigrantes, cuyo número considera "excesivo", y ha acrecentado su demanda de políticas migratorias más restrictivas.
Empleo, vivienda, educación, salud, fuerzas de seguridad, controles de identidad, acceso a servicios públicos y privados, figuran como los principales campos en los cuales se ejerce discriminación durante el desarrollo de la vida cotidiana de las y los migrantes así como del pueblo gitano de acuerdo con el informe.
De igual forma se advierte que van surgiendo nuevas víctimas de la discriminación como las hijas e hijos españoles de personas extranjeras que han llegado desde hace años a este país.
La situación geográfica de España como frontera sur de Europa y puerta de entrada y tránsito en
De igual forma se denuncia en el contenido del informe que la policía nacional española es muchas veces quien agrede violentamente a las y los migrantes, mientras que por parte de los servicios públicos la actitud en gran medida por parte de las autoridades españolas es el silencio e ignorar la problemática.
Hablar de migración en positivo, superar prejuicios, así como unir fuerzas con las diversas organizaciones que trabajan en la lucha contra el racismo y xenofobia destaca como las principales propuestas para crear acciones conjuntas en lucha contra este lastre social.
También destacan en las propuestas nacional es del informe generar más denuncias sociales de discriminaciones racistas por parte de quienes las padecen, así como crear tareas de sensibilización en todo el país figuran como los principales ingredientes para conquistar una sociedad verdaderamente intercultural y eliminar el racismo.
Un claro ejemplo de racismo está vinculado al tema del fútbol, y se ve día a día en los campos de fútbol. Jugadores que juegan en equipos españoles sufren comentarios racistas a menudo, y nunca se evitan.
Ahora voy a poner unos cuantos ejemplos de jugadores que sufren estos insultos:
El delantero togolés del Real Madrid, Emmanuel Adebayor, aseguró este jueves a la prensa inglesa que no es fácil luchar contra el racismo en el fútbol, dos días después de que se oyeran gritos racistas en la victoria de su equipo en liga de Campeones contra el Tottenham (4-0).
"Jugadores más importantes que yo intentan evitarlo pero no es nada fácil. Hicimos todo lo posible para sacar una tarjeta roja el racismo. Pero la gente todavía es racista, la vida es así", dijo Adebayor al periódico The Guardian.
"Los racistas siguen ahí y no podemos hacer nada para detenerlos. Samuel Eto'o y otros grandes jugadores hablan mejor que yo pero tampoco han logrado pararles", añadió el jugador.
La clara lectura de sus labios darán la vuelta al mundo: "No juego más". Era la reacción del Eto'o persona, raza negra, 25 años, a los insultos racistas que escuchó desde un sector de la grada de
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